"¡Maldición!" Blake Baxter, de 29 años, animó al capitán menor de edad del yate de sus padres.

Su hermano menor, Brett, de 16 años, se había bebido otra botella de cerveza alemana en cuestión de segundos.

“Cuidado hermano, a este paso te vas a ahogar antes de que regresemos al muelle”. Blake se rió.

"Soy un gran nadador". Brett farfulló su respuesta y ambos se rieron entre dientes mientras la fiesta rugía.

Debajo de la cubierta, Blake entretenía a herederos de alto estatus e íconos de la cultura pop, mientras Brett manejaba el gobierno del barco.

A las dos horas de zarpar, los magnates madereros Brenda y Bill Baxter denunciarían la desaparición del yate, quienes estaban casi desquiciados con sus hijos de mal comportamiento. El capitán inexperto y poco calificado habría hecho bien en prestar atención a la media advertencia de su hermano. Se dio cuenta de esto cuando un eructo se convirtió en mucho, mucho más. Encorvado, su mano aterrizó en el panel táctil del gobierno avanzado del yate. El barco inmediatamente giró a la derecha y se estrelló contra el malecón al que estaban demasiado cerca. En medio de un incendio, se hundió con todos los pasajeros menos uno dentro.

Pasaron tres semanas antes de que Blake Baxter despertara.

En la orilla de un río, Blake estaba rodeado por una colonia de castores, todos mirándolo fijamente. Levantó la cabeza y miró a su alrededor, sin ver nada más que bichos peludos.

Pasaron tres semanas más antes de que Blake Baxter despertara.

Los árboles se balanceaban constantemente fuera de la vista de Blake cuando abrió los ojos. Estaba en movimiento. ¿Fue todo un sueño? ¿Había imaginado el choque y los castores? Estaba claro que no se trataba de un yate. Blake se acostó sobre la cola de un castor mucho más grande que cualquier humano que hubiera visto jamás. Pero entonces se acordó de Shaq.

Pasaron tres semanas más antes de que Blake Baxter despertara.

"Maldición." Baxter exclamó al darse cuenta de que desmayarse no remediaría su situación. En lo profundo del bosque, dentro de una cueva de ramitas, el enorme castor que lo llevaba se acercó a Blake.

"¿Por qué estoy aquí?" Blake cuestionó a la bestia.

El castor miró fijamente y luego salió de la cueva. Blake sabía que esto significaba que debía seguirlo, aunque el castor no quería decir nada con ello.

Lo llevaron lejos de la cueva, donde el castor gigante bebía del río. Blake notó que el agua tenía un extraño color amarillo turbio. Era obvio que la escorrentía química había provocado el crecimiento de este castor. El castor volvió a mirar fijamente a Blake. Blake interpretó que esto significaba que él también tendría que beber del río.

El castor se preguntó por qué Blake seguía allí.

Blake Baxter fue a beber un poco de agua junto al castor gigante, que se volvió territorial. Cuando Blake se arrodilló y tomó un sorbo de sus manos, recibió un mordisco en la espalda. Su columna estaba partida como una ramita.

Pasaron tres semanas antes de que Blake Baxter despertara.

Blake se levantó de un lecho de ramitas, no con las piernas, sino con una cola nueva y gruesa. Se sintió poderoso, golpeó su nuevo apéndice contra el suelo dos veces y desmoronó la cueva de ramitas con la fuerza.

Blake cogió un pez cercano abandonado por la colonia de castores y lo desgarró con enormes dedos parecidos a dagas.

Blake Baxter sabía que su antigua vida había terminado, porque ahora era... Beaver Claw.

Su misión era simple. Descubre quién preparó la cerveza que hizo vomitar a Brett y venga la muerte de su hermano. Y dígales que más de 2.000 personas definitivamente también murieron en ese yate.